Luego de haberse iniciado el proceso hace 72 años, el Dr. José Gregorio Hernández fue beatificado este viernes, 30 de abril. La ceremonia fue presidida por el nuncio apostólico, monseñor Aldo Giordano.
En la misa llevada a cabo en la capilla del Colegio La Salle, en Caracas, asistieron al menos 150 personas, entre ellas Yaxury Solórzano Ortega, la niña del milagro por el que el «médico de los pobres» fue beatificado.
Los feligreses comenzaron a reunirse a las 10:00 am en las adyacencias de la Iglesia Nuestra Señora de La Candelaria, ubicada en el centro de Caracas, lugar donde se encuentran los restos mortales del beato.
Alrededor de las 11:15 am, el cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, en compañía de la postuladora, Silvia Correale y el vicepostulador, monseñor Tulio Ramírez Padilla, pidió al nuncio apostólico proceder con la beatificación del Dr. José Gregorio Hernández.
«Su eminencia reverendísima, la Arquidiócesis de Caracas y la Iglesia en Venezuela ha pedido humildemente a su santidad el Papa Francisco que se digne a inscribir en el número de los beatos al venerable siervo de Dios José Gregorio Hernández Cisneros», expresó Porras.
Posteriormente se escuchó una breve biografía del venerable, quien murió el 29 de junio de 1919. Luego de este acto, Giordano leyó las letras apostólicas para la beatificación, anunciando lo esperado por los venezolanos.
«Con nuestra autoridad apostólica concedemos que el venerable siervo de Dios José Gregorio Hernández Cisneros, fiel laico, experto en la ciencia y excelente en la fe, que reconociendo en los enfermos el rostro sufriente del Señor como el buen samaritano, los socorrió con caridad evangélica curando sus heridas del cuerpo y del espíritu, de ahora en adelante sea llamado beato y que sea celebrado cada año, en los lugares y según las reglas establecidas por el derecho, el 26 de octubre», leyó.
Entre aplausos, cantos y lágrimas los venezolanos celebraron la beatificación del Dr. José Gregorio Hernández.
«Hoy, de manera especial, volvemos nuestra mirada a la querida tierra de Isnotú, y bendecimos a Dios porque puso sus ojos en una familia trujillana y entre sus hijos le regaló, para el bien de todo el pueblo», fueron las palabras de Porras.